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Romance a Mª Ángeles

Romance escrito por Amalia García, maestra de profesión y escritora de vocación.

Dedicado a nuestra querida compañera Mª Ángeles Merino con motivo de su jubilación.

ROMANCE DE MªÁNGELES MERINO,

FLOR Y NATA DE LAS MAESTRAS ANDANTES

 

Por las estancias del Crémer

grandes fiestas se publican:

Mª Ángeles, la galana,

la valiente, la erudita,

tras largos años de curro

al fin ya se nos jubila.

 

¡Compañeros, compañeras!

¡Arremangaos las camisas!

¡Soltaos la melena al viento!

¡Que empiece la algarabía,

que Pedro afloje la mosca,

para pastas y sangría,

que Marimar y Roberto

nos bailen por bulerías!

 

¡Pero escuchadme un momento

antes de empezar la orgía,

que os cuente la grande historia

de nuestra ilustre heroína,

de Mª Ángeles Merino,

Mª Ángeles la Bravía!

 

En la tienda de su padre

desde pequeña vendía

pastas, juguetes, pasteles

muñecas y golosinas,

pero anhelaba otros retos

lejos de las garrapiñas,

ver más tierras y aventuras,

dejar la confitería.

 

De su cuna burgalesa

partió con gran osadía,

tras terminar magisterio,

a Legazpi de interina.

Paseó su desparpajo

por la verde Euskalerría

y cual César en la Galia:

venit, vidit y vencía.

 

Sacó las oposiciones

y demostró gran valía

aprendiendo pronto el vasco:

aita, agur y Etxevarría.

Al Goierri la mandaron

a Beasaín, la fría,

a organizar lo de adultos

y a enseñarles geografía.

Una empresa nada fácil,

pues allí ni un libro había,

y en casa de una inspectora,

al amor de la cocina,

entre pucheros y ollas

llevó su intento a la cima.

 

No satisfecha con esto,

Mª Ángeles, la Bravía,

cambió montes por el llano

el verde por la sequía,

y se fue pa los madriles

a fundar otra abadía.

Y la fundó en Campo Real

entre molinos y olivas,

una nueva Don Quijote

de las letras y la vida.

 

Y al volver siempre por fiestas

a su Burgos tan querida,

suspiraba por las calles,

cuando a pasear salía,

y en pasando por el Crémer

ya las carnes se le abrían:

“A Dios pongo por testigo,

mi centro será algún día”

 

Y en Campo Real y  la Mancha

ya contenta no vivía,

que cien grados a la sombra

no los aguanta tu tía.

Suspiraba y suspiraba

Mª Ángeles noche y día

por dormir con una manta

y sacar la rebequita.

 

Llegó a Burgos finalmente

toda llena de alegría.

Pero fue a dar en mal sitio,

para desgracia y desdicha

de la Arañita Campeña,

que allí no halló compañía,

solo censura y mohínes,

silencios e hipocresías:

Ni su clase decoraba

y el domingo no iba a misa

¿Y qué era eso de enseñarles

A los niños poesía?

 

Tras un tiempo en el Marín,

 luchando con valentía,

por fin al Crémer llegaba,

a ese cielo que quería.

Aquí ha enseñado de todo

Mª Ángeles, la Bravía.

No hay materia que no sepa

ni ecuación que se resista.

Menos inglés y dibujo,

kárate y alfarería,

con todo lo que le echaban

ha salido siempre invicta.

 

Hasta un día a Multimedia

subió por ver si sabía

manejar ordenadores

y programar a porfía.

“Esta me quita la plaza”,

le dijo Rafa a María

Y hasta Tiqui vio en peligro

el puesto de su garita.

 

Triste se queda ahora el Crémer

Mª Ángeles sin tu risa,

y hasta el reloj de la sala

derrama una lagrimita…

 

¡Pero no nos apenemos,

porque ahora te jubilas

y podrás hacer mil cosas

con pasión y ya sin prisa:

platicar con Pedro Ojeda,

leer libros y revistas,

escribirte con Esquivias

y viajar con tus sobrinas.

 

Disfruta del tiempo, amiga,

no te quedes en tu casa,

disfruta de cada día.

Haz taichí, taekwondo y baila,

que se vea a la Bravía,

coge el mando de la tele,

coge el mando de tu vida.

 

Y no te olvides del Crémer,

de tu casa tan querida.

Vente a vernos y acompaña

a Fernando en sus salidas,

que se queda muy solito

viendo iglesias  todo el día.

 

Vente aquí a charlar un rato,

que tendremos una silla

para ti siempre dispuesta,

nos gusta tu compañía. 

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