TALLER DE CREACIÓN LITERARIA
CON ARANCHA
En la última quincena del curso, en la asignatura de Lengua y Literatura de 4º, hemos llevado a cabo un taller de Creación literaria.
Dentro de las diversas técnicas que existen, hemos seleccionado la de ofrecer un título, que debía ser significativo para los micro relatos o impresiones que escribieran.
El título ofrecido por la profesora ha sido “Cinco minutos”, y previamente en clase hemos estado hablando de situaciones que cambian en “cinco minutos”, sensaciones que se pueden experimentar, etc ,… Hemos escuchado la canción “Te recuerdo Amanda”, de Víctor Jara, en la que aparece recurrente el tema de los “cinco minutos”, y han tenido que escribir un mínimo de seis líneas.
Es nuestro primer trabajo de escritores. Estos son algunos de los textos.
“Cinco Minutos”
Recuerdo que lo vi y me atrajo. Estaba allí esperando a que yo lo mirara, así que no estoy segura de si lo descubrí yo a él o él a mí.
El cuadro tenía vida; sus colores y la combinación de luz y sombras se me hacían familiares. Era el único lienzo que tenía a la vista un extraño personaje, que parecía sacado de una novela de terror. Me interesé por el precio y le dije al vendedor que me diera cinco minutos para poder ir a por el dinero, pero cuando volví, el cuadro ya no estaba, lo habían vendido.
Al día siguiente en el periódico salió en titulares que habían adquirido la obra perdida de Van Gogh y era mi cuadro. Sucedió en cinco minutos.
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“Cinco minutos”
En cinco minutos puede cambiar la vida de alguien, de muchas maneras. Desde tocarte la lotería a morir sin darse cuenta.
Nos solemos dar cuenta de ello en los accidentes de tráfico. Al subir al automóvil nunca podemos saber si va a ser la última vez que lo hagamos. Los accidentes te cambian la vida en un instante, y cuando sales ileso en varias ocasiones, aprendes a valorar el tiempo al minuto. Tenemos que aprovechar cada cinco minutos como si fuese una vida entera, porque igual no nos da tiempo a disfrutar de los siguientes.
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“Cinco minutos”
Llegué al aeropuerto con mi vida de la República Dominicana hecha.
Monté en el avión con la vista en el futuro y todas las ilusiones puestas en España. Llegué a España y en cinco minutos me olvidé de todo el pasado en mi país y empecé una nueva vida.
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“Cinco minutos”
Es un espacio de tiempo que nos puede parecer insignificante, pero no es así.
A veces, podemos recordar sucesos marcados por algo bueno, y que nunca olvidas, como el nacimiento de mis hijos. En cinco minutos pasé de ser una persona sin responsabilidades a ser “madre”, lo más maravilloso que me ha pasado en esta vida.
También recuerdo momentos tristes y dolorosos, como la muerte de mi padre, los últimos minutos que pasé con él: como apretaba mi mano, y seguía atentamente su respiración. En cinco minutos le perdí.
Está claro que ese tiempo, aunque parece corto, es lo suficiente como para marcar toda una vida.
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”Cinco minutos”
“Cinco minutos”. Ese es el tiempo que empleé un 12 de Julio para colocar unas cortinas recién lavadas.
“Cinco minutos” tardé en levantarme de mi sofá, coger la escalera, llevarla a mi habitación, coger las cortinas, subirme en la pequeña escalera y .. medio segundo tardé en caerme.
Esos cinco cambiaron mi vida: perdí el trabajo, casi me costó mi pierna, que no ha quedado bien, y casi tres años de rehabilitación, médicos, dolores.
Pero también me han permitido plantearme otra forma de vida, y sobre todo, valorarla más, así como a las personas que estuvieron a mi lado en esos momentos.
Me han permitido tener más tiempo libre, disfrutar de mis nietos y ampliar mis conocimientos, que se habían quedado muy atrasados desde mi época de estudiante.
Los cinco minutos me han aportado cosas negativas, pero también muchas muy positivas, como matricularme en este centro, poder sacar mi título de Graduado y conocer a todos mis compañeros, mucho más jóvenes que yo, pero de los que he “nunca desplazada.
Además he hecho grandes amigos, lo que es muy importante para mí.
Gracias también a los profesores por vuestra paciencia conmigo, la edad no pasa en balde.
Como podéis ver “cinco minutos”, cuatro, un segundo, pueden significar todo un cambio en nuestra vida, tanto negativo como positivo.
Hay que aprovechar todos y cada uno de los instantes que tenemos.
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“Cinco minutos”
Son las siete de la mañana. Suena el despertador. Mi madre se levanta, entra en mi habitación y me dice: “vamos, levanta, que llegas tarde”.
Yo me levanto con pereza, voy a la cocina, desayuno, me aseo muy rápido porque llego tarde. Cojo el billete de tren, el bocadillo del almuerzo que me tenía preparado mi madre y llego a la estación.
Empiezo a correr para que no se me escape el tren, y cuando me aproximo, se cierran las puertas. Pienso: ¡Oh, no! ¡Otro día que llego tarde!
(Sucede el 11 de Marzo de 2004 en la estación de Atocha, Madrid)
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“Cinco minutos”
¿Qué podría yo decir en “cinco minutos”?
Infinidad de momentos albergan en mi mente y cada uno quiere salir con más afán que el anterior; pero el momento es dado y el tiempo apremia.
Los cantares ansiosos aguardan para salir al unísono, tras el párpado, y así, florecer con una doble melodía, mientras descienden en forma de lágrima por tus sonrojadas mejillas.
Cinco minutos han pasado y la melodía continúa en su auge. Desciende sin temor hasta llegar a la última nota, al último segundo y terminar así con los momentos que nacen en mi mente.
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“Cinco minutos”
Cuando yo era jovencita, en mi ciudad, Pereira (Colombia), a las 13:40 horas del 8 de Febrero de 1995 hubo un terremoto de 6,5 en la escala Richter. Todo pasó muy deprisa y duró muy poco tiempo, no más de 30 segundos.
En ese momento estaba con mi abuelo y me preparaba para salir de compras. De pronto, la casa entera empezó a temblar, el suelo se movía como si hubiese ondulaciones. Se oía como la tierra chocaba y eso me impresionó mucho. Rápidamente mis tías, que estaban en la segunda planta, se pusieron debajo del marco de una puerta para protegerse.
Mi abuelo me dijo: “baja el interruptor de la luz y abre la puerta”.
Por causa de este terremoto hubo numerosos muertos y heridos y la ciudad quedó devastada.
Afortunadamente en mi familia no ocurrió nada grave y la casa resistió en pie. Pero desde ese terremoto aprendí que la vida resulta muy frágil y no podemos controlar los desastres naturales.
Todo puede cambiar en menos de cinco minutos.
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“Cinco minutos”
Cinco minutos es el tiempo que transcurrió desde que dejé el pedido, me subí en la moto, la arranqué y busqué una forma de bajar el bordillo. Pero me encontré con otro bordillo que no esperaba, me asusté y al frenar la moto me caí, con la mala suerte de que me rompí el radio del brazo izquierdo. Ahora no puedo trabajar.
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“Cinco minutos”
En cinco minutos se pueden hacer muchas cosas, como comer, dormir, estudiar, correr, nadar, llorar, amar,..
También se pueden conseguir experiencias, amigos,… o perderlo todo.
Si estos fueran mis últimos cinco minutos los pasaría con mi ser más querido, con mi alma gemela. Y si tuviera hijos, con ellos.
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5 minutos libres permitidos por la grabación de un CD. Me asomo a mi amada bitácora. Compruebo con alegría que hay una nueva entrada. Celebro la iniciativa y leo los relatos breves del alumnado después de haber parado el crono. Lo vuelvo a poner en marcha. Me han gustado. Hablan de vida, de sentimientos, de momentos transcendentales, de pérdidas, de decisiones, de pasado, de presente, de esperanzas futuras. Recuerdo que hoy las profas y los profes del Crémer se han ido de "excursión". Sonrío pensando lo bien que lo pasamos el año pasado en El Ciego. Me emociona recordar a cada persona, profes y demás personal del Crémer, alumnado,... Todos maestr@s de vida. Lloro. Quiero sentir que todo os va bien. Os quiero. Os recuerdo. Os abrazo. Maldito pitido, el CD ya está listo y tengo que seguir.
Ya estoy esperando que vuelvan otros 5 minutos de sentirme a vuestro lado. La próxima vez detendremos el tiempo. Seremos eterna amistad.
Me ha encantado leer vuestros micro-relatos de cinco minutos. Puedo reconocer a muchos de sus autores y autoras porque he tenido este año la suerte de conoceros y compartir clases en el Crémer. Acabo este curso contenta, pensando en los buenos momentos que hemos pasado y esperando que hayáis aprendido un poco, como yo también lo he hecho.
Espero que paséis un buen verano, que podáis descansar del trabajo desarrollado este curso, que podáis leer, compatir buenos ratos con vuestras amistades, disfrutar del buen tiempo,... Y, si volvéis el próximo año al Crémer, que lo hagáis llenos de energía y ganas de aprender.
Enhorabena por esta iniciativa, Arancha. Siempre llena de buenas ideas.
Un abrazo fuerte, David. Es siempre un placer encontrarte por la Bitácora y saber de ti.
Me ha emocionado profundamente leer estos relatos tan logrados y conmovedores.¡ Felicidades chicos!