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En esta entrada, Eva nos acerca la lectura de tres poemas, que hablan de otros tantos geniales autores de literatura española, de la profesora y escritora Carmen Gil...
Son tantos los escritores, que sin olvidar los contenidos, de la mano de Carmen Gil podemos descubrir a “Los grandes” pero desde la mirada de los más pequeños. Carmen Gil tiene como público objetivo a los niños, pero podemos iniciar el descubrimiento de Lorca, Juan R. Jiménez o Miguel Hernández desde una mirada distinta, amena y muy divertida.
A mí me encantan sus locos versos, llenos de ricos matices y sabiduría condensada.
Esperamos que os guste y sobre todo que lo disfrutéis.
Lorca
Viene a iluminar la Tierra
en la vega de Granada,
de la mano de alguna hada,
acunado por la Sierra.
El niño, alegre y contento,
viste el mundo de color
y hace que a su alrededor
cante al agua y ría el viento.
Con sus patosos andares,
quiere explorar el lugar.
Antes de empezar a hablar,
ya tararea cantares.
Consigue ser siempre el centro
y brilla como un lucero.
Ingenioso y zalamero,
hace cosquillas por dentro.
Lo que Federico adora
es jugar con marionetas,
dibujar en sus libretas
y leer a cualquier hora.
Desde muy temprano aprende
a rasguear su guitarra.
Canta como una cigarra.
¡El chiquillo tiene duende!
Se marcha a Madrid y allí
vive una gran experiencia:
se aloja en la Residencia
con Buñuel y con Dalí.
Se dedica a la poesía:
es artista de una pieza
─de los pies a la cabeza─,
aunque estudie abogacía.
En Nueva York se encandila:
los neones por las noches,
los largos ríos de coches,
los rascacielos en fila...
También Cuba le fascina.
Allí cuenta, tan campante,
que vio a un hada relumbrante
asomada a una cortina.
Con amigos ─tres o cuatro─,
decide el poeta un día
crear una compañía
ambulante de teatro.
La Barraca es ilusión.
Gusta a todos donde va.
Viaja de aquí para allá,
triunfando en cualquier rincón.
La felicidad se empaña.
Estalla una guerra horrible,
alzando un muro invisible
entre dos partes de España.
Y matan bajo un olivo,
con pistolas y escopetas,
al poeta entre poetas.
¡Pero continúa vivo!
Como sus versos no hay otros.
La magia de su poesía,
llena de luz y alegría,
sigue estando entre nosotros.
Adivinanzas Platero y yo
Este animal bullanguero,
cubierto de plumas, canta.
Despierta siempre a Platero
en cuanto el sol se levanta.
Al ver a dama tan bella
brillando en mitad del cielo
con su vestido de estrellas,
el burro se queda lelo.
Fiesta que al burro Platero
no gusta nada de nada,
pues va le gente en febrero
con máscara y disfrazada.
¿Hay alguien que aquí recuerde
cómo se llama esa fruta,
racimo de bolas verdes,
con la que el burro disfruta?
Cuando la ve entre las flores
rebuzna el burro dichoso,
pues le encantan sus colores
y su vuelo tan gracioso.
Platero se va a acostar
y oye muy cerca de allí
en verano su cantar,
su sonoro cricricrí.
Es un animal con cuernos
que a Platero da la lata.
Como es un burro muy tierno,
se le mete entre las patas.
Su sábana blanca asusta
al pobrcillo pollino.
A Platero no le gusta
oírlo aullar por el camino.
Con rayos, con lluvia y frío,
con más truenos de la cuenta
y el borriquilo hecho un lío,
llega a Moguer la_________
Las ve en el prado el borrico:
rosas, blancas, amarillas...
Tienen, si acerca su hocico,
pétalos que hacen cosquillas.
Miguel Hernández
¡Se viste el mundo de fiesta!
Llega a Orihuela el retoño,
un claro día de otoño,
a una familia modesta.
Siempre está en pie muy temprano.
Cuida en la Sierra Oriolana
las cabras cada mañana:
tiene que echar una mano.
Por la tarde las ordeña.
Va a repartir a diario
leche fresca al vecindario,
y por el camino sueña.
Oye cantar al jilguero.
Observa una lagartija
que sale de una rendija.
Le encanta oler a romero.
Un día Miguel, por fin,
va al colegio, muy contento.
Destaca por su talento.
Allí aprende hasta latín.
Disfruta mucho en la escuela.
Al niño atento y flacucho
los libros le gustan mucho.
En la escuela, el tiempo vuela.
Su padre está preocupado.
Miguel tiene que ayudar.
Debe dejar de estudiar
y ocuparse del ganado.
Cuida muy bien de las cabras.
Al tiempo que pastorea,
no hay un libro que no lea:
¡le fascinan las palabras!
Miguel, el joven pastor,
con tres amigos o cuatro
forma un grupo de teatro
y hace a menudo de actor.
Entre brezos y alhucemas,
con tan sólo quince años,
mientras vigila el rebaño,
empieza a escribir poemas.
Su amigo Ramón Sijé
le transmite su cultura
y el amor por la lectura.
¡Tiene en Miguel tanta fe...!
Buscando reputación,
viaja a Madrid el poeta,
con versos en la maleta
y prisa en el corazón.
Muere su amigo y hermano.
Estalla una guerra cruel
en la que lucha Miguel
del bando republicano.
Tras sufrir enormemente,
se casa en cuanto regresa
con Josefina Manresa,
pero ha de volver al frente.
Los tiempos le son adversos.
No encuentra forma mejor
de soportar su dolor
que componer bellos versos.
Más tarde es encarcelado.
Va de prisión en prisión
escribiendo en un rincón,
triste, enfermo y desgraciado.
¡Cuánto añora a su criatura!
En el penal de Torrijos,
le hace una nana a su hijo
llena de amor y ternura.
Este poeta brillante,
un funesto y negro día,
muere en una enfermería
de la cárcel de Alicante.
Mas Miguel no se ha marchado.
Con sus versos que estremecen,
emocionan y enternecen,
sigue estando a nuestro lado.
Carmen Gil es profesora de Lengua y Literatura en el IES San Blas de Aracena (Huelva). En el año 2011 fue galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en la Educación por su innovadora práctica docente, promoviendo actividades de animación a la lectura y escritura que contribuyen a desarrollar la competencia lingüística de su alumnado, aspecto clave para el éxito escolar.
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AZUL
Nosotros lo llamamos el Sur
y sin embargo en Ciudad del Cabo,
en Buenos Aires y en Sidney,
lo llaman el Norte.
¿Y si le damos la vuelta?
¿Y si ponemos el norte al sur?
La verdad es que viajando al oeste
se llega siempre al este
y con perseverancia
siempre al mismo punto.
La tierra, esa finitud
que sostiene un viaje infinito,
ese espacio caliente, feraz, tumultuoso,
a veces volcánico,
desaparecido en las televisiones
y también ese espacio detenido
del hielo eterno (o casi), del blanco
de los días que son meses.
Porque ¿dónde está el sur
y dónde está el norte si cualquier punto
es casi equidistante al centro
en este esferoide azul?
Somos la generación privilegiada
que pudo verse desde afuera,
que fotografió lo que antes otros
tan solo dibujaron, intuyeron.
El planeta tierra, esa diminuta inmediatez
azul, oblata, femenina,
frágil hilo del aire, debilísimo equilibrio del caos,
a punto de romperse, a una bomba del no ser,
a una deforestación de la hecatombe.
Bernardo Santos. Global y roto. Amargord, 2014
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