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Publicaciones relacionadas con la etiqueta POEMAS
  • Los grandes accesibles para los pequeños - Carmen Gil
    Escrito por David Fernández, jueves 29 de enero de 2015 , 11:30 hs


    En esta entrada, Eva nos acerca la lectura de tres poemas, que hablan de otros tantos geniales autores de literatura española, de la profesora y escritora Carmen Gil...

    Son tantos los escritores, que sin olvidar los contenidos, de la mano de Carmen Gil podemos descubrir a “Los grandes” pero desde la mirada de los más pequeños. Carmen Gil tiene como público objetivo a los niños, pero podemos iniciar el descubrimiento de Lorca, Juan R. Jiménez o Miguel Hernández desde una mirada distinta, amena y muy divertida.

    A mí me encantan sus locos versos, llenos de ricos matices y sabiduría condensada.

     

    Esperamos que os guste y sobre todo que lo disfrutéis.

     

     

     

    Lorca

     

    Viene a iluminar la Tierra

    en la vega de Granada,

    de la mano de alguna hada,

    acunado por la Sierra.

     

    El niño, alegre y contento,

    viste el mundo de color

    y hace que a su alrededor

    cante al agua y ría el viento.

     

    Con sus patosos andares,

    quiere explorar el lugar.

    Antes de empezar a hablar,

    ya tararea cantares.

     

    Consigue ser siempre el centro

    y brilla como un lucero.

    Ingenioso y zalamero,

    hace cosquillas por dentro.

     

    Lo que Federico adora

    es jugar con marionetas,

    dibujar en sus libretas

    y leer a cualquier hora.

     

    Desde muy temprano aprende

    a rasguear su guitarra.

    Canta como una cigarra.

    ¡El chiquillo tiene duende!

     

    Se marcha a Madrid y allí

    vive una gran experiencia:

    se aloja en la Residencia

    con Buñuel y con Dalí.

     

    Se dedica a la poesía:

    es artista de una pieza

    ─de los pies a la cabeza─,

    aunque estudie abogacía.

     

    En Nueva York se encandila:

    los neones por las noches,

    los largos ríos de coches,

    los rascacielos en fila...

     

    También Cuba le fascina.

    Allí cuenta, tan campante,

    que vio a un hada relumbrante

    asomada a una cortina.

     

    Con amigos ─tres o cuatro─,

    decide el poeta un día

    crear una compañía

    ambulante de teatro.

     

    La Barraca es ilusión.

    Gusta a todos donde va.

    Viaja de aquí para allá,

    triunfando en cualquier rincón.

     

    La felicidad se empaña.

    Estalla una guerra horrible,

    alzando un muro invisible

    entre dos partes de España.

     

    Y matan bajo un olivo,

    con pistolas y escopetas,

    al poeta entre poetas.

    ¡Pero continúa vivo!

     

    Como sus versos no hay otros.

    La magia de su poesía,

    llena de luz y alegría,

    sigue estando entre nosotros.

     

                               

    Adivinanzas Platero y yo

     

    Este animal bullanguero,

    cubierto de plumas, canta.

    Despierta siempre a Platero

    en cuanto el sol se levanta.

     

    Al ver a dama tan bella

    brillando en mitad del cielo

    con su vestido de estrellas,

    el burro se queda lelo.

     

    Fiesta que al burro Platero

    no gusta nada de nada,

    pues va le gente en febrero

    con máscara y disfrazada.

     

    ¿Hay alguien que aquí recuerde

    cómo se llama esa fruta,

    racimo de bolas verdes,

    con la que el burro disfruta?

     

    Cuando la ve entre las flores

    rebuzna el burro dichoso,

    pues le encantan sus colores

    y su vuelo tan gracioso.

     

    Platero se va a acostar

    y oye muy cerca de allí

    en verano su cantar,

    su sonoro cricricrí.

     

    Es un animal con cuernos

    que a Platero da la lata.

    Como es un burro muy tierno,

    se le mete entre las patas.

     

    Su sábana blanca asusta

    al pobrcillo pollino.

    A Platero no le gusta

    oírlo aullar por el camino.

     

    Con rayos, con lluvia y frío,

    con más truenos de la cuenta

    y el borriquilo hecho un lío,

    llega a Moguer la_________

     

    Las ve en el prado el borrico:

    rosas, blancas, amarillas...

    Tienen, si acerca su hocico,

    pétalos que hacen cosquillas.

                                                

     

    Miguel Hernández

    ¡Se viste el mundo de fiesta!

    Llega a Orihuela el retoño,

    un claro día de otoño,

    a una familia modesta.

     

    Siempre está en pie muy temprano.

    Cuida en la Sierra Oriolana

    las cabras cada mañana:

    tiene que echar una mano.

     

    Por la tarde las ordeña.

    Va a repartir a diario

    leche fresca al vecindario,

    y por el camino sueña.

     

    Oye cantar al jilguero.

    Observa una lagartija

    que sale de una rendija.

    Le encanta oler a romero.

     

    Un día Miguel, por fin,

    va al colegio, muy contento.

    Destaca por su talento.

    Allí aprende hasta latín.

     

    Disfruta mucho en la escuela.

    Al niño atento y flacucho

    los libros le gustan mucho.

    En la escuela, el tiempo vuela.

     

    Su padre está preocupado.

    Miguel tiene que ayudar.

    Debe dejar de estudiar

    y ocuparse del ganado.

     

    Cuida muy bien de las cabras.

    Al tiempo que pastorea,

    no hay un libro que no lea:

    ¡le fascinan las palabras!

     

    Miguel, el joven pastor,

    con tres amigos o cuatro

    forma un grupo de teatro

    y hace a menudo de actor.

     

    Entre brezos y alhucemas,

    con tan sólo quince años,

    mientras vigila el rebaño,

    empieza a escribir poemas.

     

    Su amigo Ramón Sijé

    le transmite su cultura

    y el amor por la lectura.

    ¡Tiene en Miguel tanta fe...!

     

    Buscando reputación,

    viaja a Madrid el poeta,

    con versos en la maleta

    y prisa en el corazón.

     

    Muere su amigo y hermano.

    Estalla una guerra cruel

    en la que lucha Miguel

    del bando republicano.

     

    Tras sufrir enormemente,

    se casa en cuanto regresa

    con Josefina Manresa,

    pero ha de volver al frente.

     

    Los tiempos le son adversos.

    No encuentra forma mejor

    de soportar su dolor

    que componer bellos versos.

     

    Más tarde es encarcelado.

    Va de prisión en prisión

    escribiendo en un rincón,

    triste, enfermo y desgraciado.

     

    ¡Cuánto añora a su criatura!

    En el penal de Torrijos,

    le hace una nana a su hijo

    llena de amor y ternura.

     

    Este poeta brillante,

    un funesto y negro día,

    muere en una enfermería

    de la cárcel de Alicante.

     

    Mas Miguel no se ha marchado.

    Con sus versos que estremecen,

    emocionan y enternecen,

    sigue estando a nuestro lado.

               

    Carmen Gil es profesora de Lengua y Literatura en el IES San Blas de Aracena  (Huelva). En el año 2011 fue galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en la Educación por su innovadora práctica docente, promoviendo actividades de animación a la lectura y escritura que contribuyen a desarrollar la competencia lingüística de su alumnado, aspecto clave para el éxito escolar.    

    Etiquetas: poemas miguel hernandez machado j.r.jiménez literatura lectura fácil educación carmen gil
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  • Área Poética: Enero de 2015 "Azul" de Bernardo Santos
    Escrito por David Fernández, miércoles 14 de enero de 2015 , 19:27 hs

     

    AZUL

     

    Nosotros lo llamamos el Sur

     

    y sin embargo en Ciudad del Cabo,

     

    en Buenos Aires y en Sidney,

     

    lo llaman el Norte.

     

    ¿Y si le damos la vuelta?

     

    ¿Y si ponemos el norte al sur?

     

    La verdad es que viajando al oeste

     

    se llega siempre al este

     

    y con perseverancia

     

    siempre al mismo punto.

     

     

    La tierra, esa finitud

     

    que sostiene un viaje infinito,

     

    ese espacio caliente, feraz, tumultuoso,

     

    a veces volcánico,

     

    desaparecido en las televisiones

     

    y también ese espacio detenido

     

    del hielo eterno (o casi), del blanco

     

    de los días que son meses.

     

     

    Porque ¿dónde está el sur

     

    y dónde está el norte si cualquier punto

     

    es casi equidistante al centro

     

    en este esferoide azul?

     

     

    Somos la generación privilegiada

     

    que pudo verse desde afuera,

     

    que fotografió lo que antes otros

    tan solo dibujaron, intuyeron.

     

     

    El planeta tierra, esa diminuta inmediatez

     

    azul, oblata, femenina,

     

    frágil hilo del aire, debilísimo equilibrio del caos,

     

    a punto de romperse, a una bomba del no ser,

     

    a una deforestación de la hecatombe.

     

     

    Bernardo Santos. Global y roto. Amargord, 2014

     

    Etiquetas: poemas literatura bernardo santos natura área poética sensibilidad
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